jueves, 10 de diciembre de 2009

¡Actores!

Pues sí, muchos querríamos ser actores. Algunos reconocemos que somos actores, aficionados o profesionales, si no eres muy tiquismiquis o, al menos, que somos un "intento de", tratando de ser cada día un intento más grande.

No hay minuto que no forme a cualquiera como persona, o al menos como "algo". Por ello, atentos al espacio, al sentido y al movimiento, sigilosos, presenciamos todas las escenas posibles que están construyendo nuestro mundo interno; ése en el que fluimos y nos desesperamos, en el que nos perdemos y del que gozamos. Ése en el que realmente vivimos y precipitadamente conocemos (y a veces olvidamos).
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"Se presentó un día con un plan de ética en sus manos, de las suyas a las nuestras; caímos embriagados. Igual que si esos pocos papeles fuesen un espejo, me quedé mirándolos, llorando de emoción por dentro, la verdad, como nunca había llorado. Es perfección de sentido, la lógica y el corazón lo habían plasmado todo.

Por lo que observé en los demás, inmóviles, algo similar vibraba en sus huesos. Le miramos, hasta felices, y nos aconsejó que no lo dejásemos de lado pues, aunque eso era sencillo y conocido, se olvidaba sin reparo, se abandonaba a los primeros cursos, como materia esencial que nunca se volvería a repasar, ni a acudir con necesidad a ella, aunque ésa existiese."

Y así van las cosas, sin soluciones.

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