lunes, 7 de julio de 2008

...no sabía si reír o llorar...



...pues tuve motivos para ambas opciones, y ambas se cumplieron.
Un día como otro cualquiera, conseguí ser feliz y darme contra la pared de la realidad. Nunca seremos felices, pero nos acercamos tanto...
Me sigo preguntando por qué dejamos que sea la envidia y el orgullo propio quien nos rija, quien mande por nosotros. Sí, todos tenemos sentimientos, susceptibles de ser traicionados o engañados pero, no sólo nosotros podemos ser engañados. A veces es triste desenvolver nuestra vida y encontrar tan precioso el envoltorio en comparación con el interior que acabes tratando a ésta como decepción.
A veces es muy triste, pero ahí tenemos aquella frase reconfortante que todos hemos utilizado alguna vez "no todo son malos momentos, acuérdate de los buenos", y cierto es que frase tan simple pueda definir algo tan grande como lo que llamamos "felicidad" o, al menos, le permita subsistir ante la hipocresía, cemento en nuestra sociedad.
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Hoy, ¿lo recordaré?,
seguramente.
Hoy todas mis hormonas adolescentes (que tantísimos años se han encontrado latentes) me han controlado, han elevado mis emociones a lo irascible, hoy he sido una trampa de ratón, hoy he saltado ante mi propia defensa gritando mi ser a los cuatro vientos y mi capacidad, escondida, de amar, de querer.
Soy odiosa, lo reconozco, pero sólo en el sentido de la parte que no se conoce de mí, la que se suele intuir; no es más difícil que entender mi odio a la suposición y a la conceptualización; no es más difícil que entender lo imposible que es comprender lo incomprensible, no es más difícil.
No es más difícil que escuchar, ni que querer.



Escribiré esta historia.
Pero hoy no, hoy es día para disfrutar de todo.